Peter Sagan, el ‘loco’ de la bicicleta

Paolo Zani era el patrón del equipo Liquigas, ya desaparecido, en el que figuraron muchos astros del ciclismo mundial, entre ellos el eslovaco Peter Sagan, a quien se topó en el parqueadero de un hotel, días antes del comienzo del Tour de Francia 2012.

Zani parqueó su Porsche, y Sagan caminaba cerca, abordó a su jefe y le dijo: “Si gano la camiseta verde de puntos del Tour, ¿me regalas tu carro?”. El hombre le dijo: “Claro, pero debes ganar dos etapas”. Ambos pactaron la apuesta.

El ciclista europeo, que este domingo logró su tercer título mundial de ruta consecutivo, sigue haciendo historia en el pedalismo mundial, pues es el primer ciclista que consigue esta hazaña.

Sagan, que nació el 26 de enero de 1990 en Zilina (Eslovaquia), no quería pasar desapercibido en ese Tour. Sin saber que los triunfos los podía conseguir, se trazó otro plan: celebrar de distinta manera. La primera etapa que ganó la festejó cruzando la meta haciendo jarras.

La segunda fracción con su sello la celebró braceando como Forrest Gump, quien cuando le decían “corre, Forrest, corre”, salía disparado. Con esas dos victorias tenía medio Porsche en el bolsillo, pero faltaba la camiseta verde.

Sin embargo, ganó otra etapa y la celebró con los puños cerrados, agachando los brazos y lanzando un grito como lo hace el Increíble Hulk, a quien honró porque ese día tenía puesta la camiseta verde, como el color de piel de aquel superhéroe.

Así es Peter Sagan, un corredor excéntrico, genio de la bicicleta. Es un hombre que no solo ama el ciclismo, sino que se sale del molde: siempre tiene algo planeado en la cabeza para llamar la atención, como cuando pica su bicicleta y entra a la meta con la rueda delantera levantada.

Primero el fútbol

Sus padres, Lubomir y Helena, buscaban darles lo necesario a sus hijos Milan, Juraj, Danka y Peter; ella, como administradora de un supermercado, y él, atendiendo un restaurante de su propiedad.

Mientras su hermano Juraj ganaba carreras en bicicleta, el pequeño Peter lo intentaba todo por ser un gran futbolista. Varias veces acompañó a su padre y a su hermano a algunas competencias, y a Peter le gustó la forma como el anunciador oficial pregonaba el apellido Sagan, porque uno de sus miembros era casi siempre el ganador.

A los 6 años de edad probó, como lo dicen en el libro Por amor al ciclismo. Se montó en una bicicleta que le quedaba grande, se puso un casco –que le tocaba echárselo para atrás a cada rato porque le quedaba nadando– y nunca utilizó el uniforme de licra, pero ahí comenzó todo.

Los alrededores del barrio Borik, en el cual vivía, era para Peter las carreteras del Tour de Francia. Su engome con el ciclismo fue tal, que abandonó las clases de teatro a las que asistía con su mamá, con el fin de perder el miedo al público.Tampoco volvió a practicar el skateboard y sus compañeros de las clases de karate no lo volvieron a ver, porque Peter cogía la bicicleta e iba a su colegio en ella.

Hizo ciclocrós, representó a Eslovaquia en mundiales de ciclomontañismo, ganó un título, y recaló en la ruta. “Es un tipo relajado, loco, un líder positivo, de buen ambiente y nos contagiaba con sus bromas”, le dijo a EL TIEMPO el ciclista colombiano Edward Beltrán, quien estuvo en el 2015 con él en el Tinkoff.

A veces se pasa con sus locuras. En el podio del Tour de Flandes 2013, el eslovaco, de 1,84 metros de estatura y 74 kilos de peso, le pellizcó la nalga a una modelo, algo que causó protestas, por lo que el ciclista tuvo que arrepentirse en público y hasta le entregó un ramo de flores a Maja Leye, quien aceptó las disculpas.

“Sagan no solo es espectáculo, es un profesional del ciclismo, metódico, que a pesar de decir que entrenáramos para divertirnos porque nos pagan por eso, siempre quiere ganar y se prepara para lograrlo. Gana bien, es famoso, pero usted nunca lo ve hablando de eso, de lo que tiene, es muy sencillo”, señaló Beltrán, que hoy corre en el EPM Une.

En Zilina, la gran estrella de la ciudad tiene un club, en el que apoya a unos 55 niños que quieren ser como él, aunque Sagan advierta que no le gusta la fama.

Lo hace porque, en primera instancia, él no tuvo todo el apoyo que la gente se imagina, pues su familia vivía al día y, segundo, porque no deja de pensar que los niños hoy no juegan al fútbol, ni al escondite, como lo hizo él en su época; ahora se la pasan pegados a los teléfonos celulares, chateando o enviando videos o mensajes. “Ya me los imagino sentados en una sola fila haciendo eso”, señaló alguna vez.

Peter Sagan fue tildado de segundón, todo porque en el 2014, en 11 ocasiones le ganaron, y un año después fueron 19 las veces en las que vio que lo superaban; pero se desquitó en el Mundial de Richmond (Canadá), donde atacó a pocos kilómetros de la meta y se apoderó de la camiseta arcoíris, la que ha portado con orgullo en este 2016.

El año pasado, en Catar, hizo lo mismo, ganó el Mundial y este domingo en Noruega logró su tercera camiseta arco iris. Está casado con Katerina, a quien conoció por su hermano Milan, quien la invitó a un asado familiar y en el que Peter quedó flechado.

LISANDRO RENGIFO
@lisandroabel

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