Blanca Uribe Y Cecilia Espinosa Recorren Su Camino Como Mujeres En La Música…

Un concierto unirá a cuatro artistas: dos compositoras, una directora y una solista. Cada una pertenece a una generación diferente, tres son colombianas y una es francesa. Delante de la orquesta estará la maestra Cecilia Espinosa, directora de la Sinfónica Eafit, profesora y una de las fundadoras del programa de Música de esa universidad.

Bajo su liderazgo, la Sinfónica interpretará la Fanfarria a la vida y el silencio de Natalia Valencia y la Sinfonía No. 3 en Sol menor, Op. 36 de Louise Farrenc.

Valencia fue su alumna en el Instituto Musical Diego Echavarría, también es egresada de Música en Eafit cuando la carrera apenas estaba empezando y fue la primera mujer en graduarse de ese programa. La compositora, además, hace parte de Estados Alterados.

Farrenc fue una compositora que vivió en el siglo XIX y a pesar de haber sido compositora y maestra del Conservatorio de París durante una década, enfrentó desigualdades en ese ámbito por ser mujer. “Obtuvo menos pago que los hombres. Ella luchó por eso y fue una defensora del trabajo de las mujeres”, señala la maestra Espinosa.

Una de las actuaciones esperadas será la de la maestra Blanca Uribe que interpretará el Concierto para Piano No. 4 en Sol mayor, Op. 58 de Beethoven. Empezó a tocar el instrumento desde que era una niña y apenas tenía 11 años cuando hizo su primera presentación junto a la Orquesta Sinfónica de Colombia. Uribe ha forjado una carrera que la coloca como una de las pianistas más destacadas en la historia musical colombiana.

A través de tres obras, ellas cuatro se darán cita el jueves 12 de marzo en el Auditorio Fundadores de la Universidad Eafit. Ese encuentro se llamará Mujeres y Música.

Blanca Uribe: “En mi familia nunca fue raro ser músico”

Cuando la maestra Blanca Uribe se remonta a aquellas primeras mujeres que le contagiaron la fascinación por el piano, se le vienen a la mente aquellas de su familia. Sus tías que eran maestras, pianistas y violinistas. Anota que ese encanto lo nutrió toda la familia Uribe, en la que no era extraño que las mujeres quisieran perseguir ese camino de vida. “No sentí que yo era distinta, era igual a toda mi familia”.

Le llega la imagen de su abuela María, “quien venía un día a la semana para enseñarme piano”, dice. Además de ella, dos maestras representaron un rol fundamental en su formación artística. Le exigían, pero con cariño, algo que agradece.

Se le cuela el nombre de Luisa Manighetti, en particular, quien le enseñó becada y le hizo entender que el amor que sentía por el piano podía ser algo más serio que “unas clasecitas de media hora”, que podía empezar a estudiar con rigurosidad 4 o 5 horas al día y trabajar para convertirse en pianista profesional.

Salió del país y más adelante se topó con otra profesora, la rusa Rosina Lhévinne. Ella fue quien la llenó de confianza, “me ayudó a creer que yo sí tenía el talento, que sí podía. Me empujó y me la dedicó toda”.

A Blanca Uribe no le tocó fácil siempre, pero aprecia que se topó con mujeres que le tendieron un camino para que su habilidad la convirtiera en una de las mejores compañeras del piano en este país.

Cecilia Espinosa, de frente a la orquesta

En el momento en el que Cecilia Espinosa apenas entraba en contacto con la música, corría el rumor de que “las mujeres en la dirección eran una cosa extraña”. Eso no la asustó y siguió adelante, quería aprender a dirigir. “Uno no siente el bloqueo pero sí un poco cómo la mujer ha estado marginada”, apunta.

Señala que aún así había un montón de referentes, entre ellas Blanca Uribe y Teresita Gómez. Espinosa estudiaba el piano también. Cuando arrancó su Maestría en Dirección Orquestal en la Hartt School de la Universidad Hartford, estudió con el profesor Harold Faberman, quien acogió a muchas mujeres que aprendían dirección. De hecho, también fue tutor de la directora Marin Alsop, quien está a la cabeza de la Orquesta Sinfónica de Baltimore. Ese hecho le resulta gratificante.

Siente que en este momento ya no hay tanto estigma por las mujeres músicas y directoras, pero todavía hay disparidades. Muchas son apuntadas como asistentes o directoras corales, “es como si vieran eso como un campo menor, ligado a lo femenino”.

La maestra ha hecho un trabajo exigente y disciplinado sin mirar hacia los lados. Es admirada por alumnas como Valencia, quien también se ha dedicado a la pedagogía y ve en ella un referente de excelencia y dignificación de la música.

Fuente:El Colombiano

Scroll al inicio