El apoyo a la innovación que necesita Colombia

Columna por Jairo Alexis Rodríguez, decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional.

Albert Einstein fue uno de los pioneros de la mecánica cuántica. Irónicamente, él fue uno de los opositores de esta teoría cuando estaba en plena formulación, pero sus aportes resultaron fundamentales para entender la mecánica cuántica que hoy conocemos.

Mientras Einstein intentaba explicar la interacción de la luz con la materia, se dedicó a estudiar los efectos de las radiaciones emitidas por los átomos y encontró que se podía obtener una emisión de forma estimulada.

Los electrones en un átomo se encuentran en estados definidos, y pueden cambiar de un estado a otro. Cuando un electrón salta de un estado a otro con mayor energía, se dice que pasa a un estado excitado; pero, los electrones buscan estados de mínima energía, por lo que, cuando caen a uno más bajo, emiten radiación (luz), con una energía bien definida (cuantificada).

Einstein descubrió que podría existir un sistema con un estado excitado y otro estado energético muy cercano de menor energía, de forma que podríamos “engañar” a los electrones por un instante y hacerlos creer que el estado cercano al excitado es el estado base (de mínima energía). Así, suficientes electrones estarán en el estado cercano y una vez allí les enviamos información en forma de luz indicando que hay un estado de menor energía, y por tanto los electrones intentarán ir al tiempo al estado más bajo.

Einstein pretendía entender por qué la naturaleza podría comportarse de esa manera, y en 1935 se comenzó a pensar que su idea podría hacerse realidad. En 1958 se publicó el artículo clave para su desarrollo y, dos años después, se lograron dispositivos que podían reproducir el fenómeno, hoy conocido como láser, o luz amplificada por emisión estimulada de radiación.

Hicieron falta 43 años para construir un láser, que hoy es una tecnología común usada en diversos campos de la ciencia y la industria. Este es un ejemplo de lo que se conoce como innovación disruptiva, que surge de la ciencia básica y produce un cambio no esperado, generando toda una serie de tecnologías que modifican el entorno industrial. En el caso de la tecnología láser, ha generado en Estados Unidos más de 55.000 patentes. Este es el tipo de innovación que busca el mundo desarrollado y por esto invierte en ciencia y tecnología de forma decidida.

La innovación disruptiva, necesariamente, se alimenta de la ciencia básica, que, en un comienzo, se desarrolla solo por entender la naturaleza. Suele pasar mucho tiempo hasta que este conocimiento se apropia en profundidad y logra ser traducido en aplicaciones y tecnología de gran
impacto.

En Colombia se habla de la importancia de la innovación y la competitividad, pero la inversión en ciencia y tecnología es baja y más aún en ciencia básica, donde es casi nula. Sin hacer e invertir en ciencia básica no llegaremos a la verdadera innovación, la disruptiva.

Jairo Alexis Rodríguez, decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional.

Fuente: Periodico El Tiempo

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